Gala de los Periodistas de Aragón

Anoche fue una de esas noches que se quedan a vivir dentro.

Hoy, con la emoción reposada (aunque todavía en una nube), solo puedo dar las gracias.

Presentar la Gala de los Periodistas de Aragón ha sido todo un honor para mi que hace cada vez más tiempo soñaba con ganarme un puesto en este gremio al que tanto valoro, defiendo y quiero. Un reto, sí, pero también una alegría inmensa. Porque no es una gala cualquiera: es el momento en que quienes contamos las historias, nos paramos un segundo a mirarnos y reconocernos.

Gracias de corazón a la Junta del Colegio de Periodistas de Aragón por depositar en mí su confianza. Gracias, Isabel Poncela Laborda. Por pensar que podía estar ahí arriba, representando a todas y todos los que formamos parte de esta profesión. Espero haber estado a la altura.

Y gracias infinitas a Camino Ibarz Gil (La otra Camino, o ¿esa era yo?), por decir que sí a esta pequeña aventura. Por la complicidad, el humor, el cariño y la entrega. Ha sido un placer enorme compartir escenario contigo, y una suerte que la vida (y el periodismo) nos cruce en estos caminos (guiño, guiño).

Anoche sentí, más que nunca, el orgullo de pertenecer a esta comunidad que trabaja cada día —muchas veces sin focos ni aplausos— para que los demás entiendan el mundo un poco mejor. Que hace preguntas. Que incomoda. Que acompaña. Que no se rinde. También tuve la oportunidad de despedirme, una vez más, de mi querido Rafael Bardají.



Me llevo la imagen del teatro lleno de caras que admiro, respeto y quiero. La energía de un oficio que, pese a todo, sigue latiendo con fuerza. Y la certeza de que celebrar lo que somos, juntos, una vez al año, es un lujo que no hay que dar por sentado.

Gracias por estar. Gracias por ser. Y gracias a la vida por permitirme ser parte de esto.

Nos seguimos leyendo.
🖋️❤️

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