Este fin de semana el Teatro Arbolé de la capital aragonesa acoge un espectáculo irrepetible que reúne a todas las compañías de Yoga Teatro del mundo sobre un mismo escenario.
Una sala de teatro. Una respiración. Un salto. Una postura imposible que se transforma, de repente, en relato. Una historia contada con el cuerpo, en la que no hay diálogos, pero tampoco hacen falta. No es danza. No es yoga. No es teatro. Es Yoga Teatro, una disciplina escénica única en el mundo que este fin de semana celebra su mayor hito hasta la fecha… ¿Y dónde? En Zaragoza.
Desde este viernes, y hasta el domingo, 29 de mayo, el Teatro Arbolé de la capital aragonesa será testigo de un encuentro internacional sin precedentes: las únicas compañías de Yoga Teatro que existen en el planeta compartirán escenario por primera vez. Desde Malasia, México, y la tercera, la zaragozna. Porque sí: la única escuela de Yoga Teatro de España —y la única de Europa— está aquí, en la capital aragonesa.

Se llama Rolde Mayura y nació en el año 2014 de la mano de Anna Pairaló, discípula directa del creador de esta disciplina, el británico Edward Clark, fundador de la mítica compañía Tripsichore y leyenda viva del movimiento. “Es algo único y que no creo que vuelva a repetirse, la verdad. Para nosotras es un honor que sea aquí, en nuestra ciudad”, admite Pairaló.
Conocido en todo el mundo como el Circo del Sol del yoga, sus inicios se remontan afinales de los años 70, cuando su creador, Clark, empezó a jugar con el yoga en un entorno escénico, muy lejos del recogimiento y el silencio de la esterilla. Porque aquí hay música -en este caso en directo-, hay maquillaje, hay vestuario. Como una obra de teatro más, pero completamente distinta. “Su propuesta era radical y totalmente distinta a lo conocido hasta ahora. Crear narrativas completas utilizando únicamente posturas de yoga -a menudo de un nivel técnico altísimo- hiladas a través de secuencias respiratorias”, relata la maestra de yoga.
La primera pieza completa creada por su fundador se pudo ver en vivo en Londres en el año 1981. Para muchos, fue el nacimiento oficial del Yoga Teatro. Desde entonces, la disciplina ha crecido lentamente de la mano de personas como la vecina de Zaragoza, Anna, que decidió ir a formarse con su ideólogo y acabó fundando aquí su propia compañía. Pero, ¿por qué? “Era algo completamente diferente a lo que había probado hasta entonces. Incluía una faceta artística que me fascinó”, reconoce.

Lo llamaron Tripsichore. ¿El resultado?: un estilo hipnótico, acrobático, cargado de simbolismo y muy emocional. Un lenguaje nuevo. Pero sobre todo, una manera de contar historias a través del cuerpo que no tardó en enamorar a Anna, quien no dudó en traerlo a la capital aragonesa desde su escuela, Go Yoga, ubicada en el número 1 de Conde Aranda, donde también acabó fundando su propia compañía.
Este fin de semana actuarán Rolde Mayura (Zaragoza), Tripsy Khats (Kuching), Tripsy Khlays (Kuala Lumpur) y Tripaztecas (México). Con ellos, el propio Edward Clark, que vuelve a subirse a las tablas como artista invitado dispuesto a vivir un momento único. “Será una primicia mundial en formato espectáculo, con música en directo y dos piezas enlazadas por el tema del agua. Una, “La Playa”, que recrea los primeros días del confinamiento, y la otra, “Río Arriba”, un viaje iniciático con 12 intérpretes sobre el escenario”, relata Anna.
Una escuela abierta a todo el mundo
Además, como explican desde la escuela zaragozana, el Yoga Teatro no es solo para cuerpos elásticos ni expertos en la práctica. En esta escuela las clases están abiertas a todo tipo de perfiles. Desde deportistas hasta personas que llegan con limitaciones físicas, pasando por alumnos que nunca antes habían hecho yoga.
Javier Sesma, por ejemplo, empezó con más de 40 años, en plena pandemia. “No había hecho yoga en mi vida. Y aquí estoy, haciendo cosas que jamás imaginé”. También Emma Sancho, con una década de experiencia en Ashtanga, pensó que era “una especie de secta”. Sin embargo hoy no lo cambiaría por nada del mundo: “Es mucho más que yoga, pero hay que vivirlo para entenderlo”.
Por su parte Aranzazu Navarro comparte clase con personas de perfiles de lo más diverso, desde compañeras de más de 65 años, una embarazada a punto de dar a luz, y otra compañera a la que operaron de la espalda y que ahora hace acrobacias. Finalmente, Mariola Arcas lo resume así: “Tras un accidente estuve un año hospitalizada. Me dijeron que no volvería a moverme con normalidad. Hoy, venir a clase es como meditar con el cuerpo. Es esfuerzo. Pero la sensación es maravillosa”.
Tras los nervios del estreno de este viernes sobre el escenario, todavía quedan dos funciones, el sábado y el domingo, a la misma hora. El precio de las entradas va de los 16 a los 18 euros. “No creo que vuelva a repetirse un espectáculo de estas características”, concluye Anna.

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