En los últimos meses he apreciado una corriente que me está emocionando y mucho. Vamos en la misma dirección, pasito a pasito -ya que hacen falta muchos y muchos pasos- hacia el fin de la brecha salarial y de las diferencias laborales en cualquier sector, y como no en el audiovisual. Hoy El Mundo me sorprendía con el artículo ‘¿La mitad de sueldo por ser mujer?’, en el que aseguraban que Sienna Miller ha renunciado a una obra de teatro tras descubrir que iba a cobrar «la mitad que el coprotagonista masculino».
Sin embargo no es la única ‘dama de Hollywood’ que ha tomado partida en esta lucha contra la desigualdad laboral. Precisamente esta misma semana Jennifer Lawrence hacía público su enfado al descubrir a raíz del sonado hackeo a Sony que cobraba bastante menos que sus compañeros de reparto en la película ‘American Hustle’. El mismo informe aseguraba que «las intérpretes, pese a encontrarse entre las actrices más cotizadas de Hollywood, recibieron un 7% de compensación, mientras que Christian Bale, Bradley Cooper y Jeremy Renner obtuvieron un 9%».
Y esto sin contar con la presencia en papeles principales en la gran pantalla: las mujeres tan sólo obtuvieron el 21% de los papeles protagonistas en las 100 películas más taquilleras del año pasado. Según un estudio publicado por el Center for the Study of Women in Television, Film and Media de la Universidad de San Diego las protagonistas de sexo femenino solo eran el 15% y apenas el 30% de los personajes con diálogos en 2013. Y los datos no mejoran si indagamos en otros sectores de la industria: solo el 18% de quienes trabajan tras las cámaras (productoras, directoras, guionistas, directoras de fotografía o editoras) son mujeres, un porcentaje que solo ha variado un 1% desde 1998. ¿En serio no vemos que tenemos un problema?