Un corto con ganas de cambiar el mundo

Como ya sabe la mayoría, este fin de semana vuelvo a vivir una de las experiencias mas intensas que conozco: grabamos un corto. Irremediablemente cuando escuchas la frase «voy a grabar un corto» te viene a la mente un grupo de tres o cuatro ‘colegas’, una cámara y dos localizaciones así a mano, y sin mucha complejidad. Todo ello, suele pensarse, aderezado con grandes dosis de improvisación. 

Pues no, nada de eso. En ‘Cuando Lucas encontró a Eva’ tenemos que multiplicar por 10 el equipo, el tiempo invertido, y sobre todo la ilusión. Porque sin esa ilusión no sale adelante un proyecto como este. Tras el ‘fiasco’ y la des-motivación de haber tenido que cancelar el rodaje hace meses creí que este proyecto jamás vería la luz del día. Sin embargo aquí estamos, para bien o para mal, con las mimas mariposas en el estómago de siempre. Esas de las primeras citas, las que no cesan hasta que alguien grita «Corten, hemos terminado». 

Hace días que dije que era hora de guardar el mundo corto en un cajón -no porque así lo quiera, sino porque nos hacemos mayores y lamentablemente la vida nos exige que juguemos a sobrevivir-, sin embargo reconozco que rodar un corto tiene un efecto en mi parecido al de aquellas sustancias que te invitan a volver. Y sobre todo, porque la historia lo merece. Se trata de un mensaje con grandes dosis de conciencia social, humana y con muchas muchísimas ganas de cambiar el mundo.

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Sin ir más lejos, en nuestro cortometraje hay cuatro perros que buscan adopción. Si tan solo logramos que estos cuatro animales encuentren un hogar, ya habremos cambiado, un poquito, nuestro mundo. Y para ello, 38 personas -en rodaje, porque en pre producción y fuera el número de profesionales asciende a más de 60- están dejándose la piel desde hace días, invirtiendo horas, ilusiones, ganas y esfuerzos. Sin este factor nada de esto tendría sentido. No perdáis de vista esta historia. Seguro que da mucho que hablar. Desde luego, el equipo y su trama lo merecen.

¡Seguimos!