Encanto: Oda a la imperfección 

Es la primera vez que publico este tipo de contenido, pero creo que la ocasión lo merece. Acabo de salir del cine de ver ‘Encanto’, nueva película de animación de Disney -y con esta ya van 60- codirigida por Jared Bush y Byron Howard y ambientada musicalmente con los pegadizos temas del compositor puertoriqueño Lin-Manuel Miranda. 

En esta ocasión, la película nos traslada hasta el corazón de Colombia para contarnos la historia de la familia Madrigal. Una familia en la que la magia y los milagros forman parte de su día a día. Visualmente apabullante -aunque eso no es sorpresa tratándose de quién se trata- en este caso el film retrata el folclore y tradición colombianas, algo que viene haciendo en títulos anteriores con otras regiones de América Latina como vimos en ‘Coco’ (2017) dedicada a la festividad mexicana del Día de Muertos o ‘Moana’ (2016), cuyo personaje principal vive en una isla ficticia llamada Motunui. Tanto su nombre como su ubicación coinciden en el mundo real con el islote Motu Nui al sur de la Isla de Pascua en Chile.

Sin embargo, lo que verdaderamente me ha enamorado de la cinta ha sido el mensaje. No se trata de una simple historia sobre la importancia de aceptarse a uno mismo, ni del típico discurso motivacional, ni la manida trama del ‘patito feo’. ‘Encanto’ habla de algo mucho más habitual hoy en día de lo que en ocasiones nos hacen o queremos creer: de una familia rota.

En mi opinión, la película ofrece un perfecto retrato de la sociedad actual basada en la importancia y el peso de las expectativas y de cómo estás son capaces de influir en nuestras vidas cuando surgen en el seno de la familia, ya que pueden acabar por definir el ambiente de un hogar y éste, a su vez, puede hacerlo en nuestra manera de entender el mundo que nos rodea en la edad adulta. Pero hay mucho más. ‘Encanto’ también habla de las apariencias, del miedo al qué dirán, de lo tremendamente complicado que es poner límites y de la coherencia como forma de vida.

Tras una supuesta fachada de perfección, la película nos presenta una colección de personajes socialmente considerados perfectos -pues cada uno de ellos destaca por algo, es decir, tiene un don- mientras que la protagonista, Mirabel, carece de un superpoder que la identifique o le dé un lugar en el mundo. Es decir, su problema no es ser normal, su problema es no destacar como supuestamente sí hacen los demás. Una presión que, aunque invisible, se encuentra socialmente instalada en nuestro día a día. ‘Encanto’ es una Oda a la imperfección, entendida ésta como realidad misma.

Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), se entiende por perfecto/a «aquel que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto». Sin embargo, atendiendo a esta definición, si se refiere a una determinada cualidad o defecto, ¿Qué pasa con el resto? El personaje que destaca por su fuerza, tan solo es fuerte. No se la presenta de otra forma. No hace falta. Aquella que es capaz de sanar con sus recetas, tan solo sana. Pero, ¿Qué hay detrás de esta faceta tan destacable? Sea cual sea la respuesta, esta nunca será NADA.

La película aboga por la normalización de esa imperfección tan maravillosa que nos caracteriza y que nos hace únicos pues hoy, más que nunca, debemos proteger la diferencia. Habla de la normalidad como forma de vida, huyendo de filtros, de poses, de pantallas. Una realidad que, no sé si os pasa, pero a veces, se echa en falta.

Larga vida al corto

Para mi sorpresa, antes de la película hemos podido disfrutar de un maravilloso cortometraje que trataba otro tema que me ha llamado mucho la atención: la parentalidad positiva. Se trata de ‘Lejos del árbol’, de Walt Disney Animation Studios.

La crianza es una tarea difícil, especialmente cuando surgen dificultades. En una idílica playa del noroeste del Pacífico, un mapache se entrega a la frustrante tarea de mantener a su familia a salvo mientras su cría se deja llevar por la curiosidad. Este joven mapache aprenderá que, si bien tener miedo tiene un sentido, ya que hay peligros a cada paso, es posible vivir con el corazón abierto.

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