¿Sabes esas situaciones en las que no puedes hacer absolutamente nada por cambiarlas? Sí, esas en las que lo máximo que puedes hacer es quedarte mirando como se te escapa todo de las manos, y más y más… Son esas en las que se te pone como un dolor en el pecho, como un pinchazo… y por más que intentas pensar en cosas buenas o buscarle el lado positivo, éste no existe. También son esas por las cuales te acabas volviendo loco, andas por ahí, desquiciado, incómodo y amargado…. Todo el mundo es un incordio. Yo por lo menos me acabaría pegando con todo el mundo.
Son situaciones desagradables, agobiantes, realmente son asquerosas. Realmente no merecen la pena.
A mí… a mí me da miedo. Me da miedo todo aquello que se me escapa de las manos. Por eso es posible que todavía lo lleve peor que el resto de la gente. Pero como todo en esta vida, tiene algo positivo, aunque cueste ver las cosas buenas. Siempre aprendes una valiosa lección, así es la vida. Además siempre se superan los problemas. El único problema sin solución es la muerte, o eso dicen. En éstas situaciones es cierto que sacas lo peor de ti, lo que ni tú mismo imaginabas. Pero son éstas, las que sin duda te demuestran quiénes están contigo de verdad. Son esas situaciones en las que nadie te arrancaría una sonrisa ni con una poción mágica, ni con mil máquinas de cosquillas, pero te acabas riendo. Esas situaciones en las que estás insoportable, sí, pero alguien te soporta. Esas situaciones en las que no quieres ver a nadie, ni hacer nada, pero nunca estás sola. Esas situaciones, en las que puedes dar un paseo desde las 6 de la tarde hasta las 10 de la noche y en las que te evades, incluso te habrías quedado toda la vida. Y siempre, en estas asquerosas e insoportables situaciones acabamos atacando a quien menos lo merece.
A mi entorno, a vosotros, a ti… Lo siento.