El ventrílocuo que se enamoró de su muñeca

Periodismo narrativo en Latinoamérica

Era el año 1997 y las 12 de la noche de un día de invierno. Carlos Domínguez –Charly– caminaba por el centro de Bahía Blanca con la valija en la mano hasta que llegó al cabaret. Se puso el traje en el camarín, subió al escenario e hizo lo que venía haciendo cada noche en distintos pueblos del interior: sentar a su muñeca Rosita en la falda y hacerla hablar.

—Pequeña niña de ojitos azules, quisiera que un día pudieras caminar —dijo Charly y la miró sin mover los labios.
—Pequeño señor, no soy una niña, no podré caminar —se lamentó Rosita, y bajó la mirada.
—Mi sueño es ver a una niña que quiera reír, que quiera cantar…  
—Yo quisiera reír y quisiera cantar y ser esa niña que te haga soñar…

En la primera mesa frente al escenario, una pareja llamó con una seña al mozo y…

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