Esta semana se presentaba en Zaragoza la exposición «Camboya, tierra de esperanza«, que refleja la vida cotidiana del pueblo camboyano a partir de las imágenes del prestigioso fotógrafo Gervasio Sánchez. La muestra, que se podrá visitar hasta el 8 de febrero de 2015 en el Caixaforum, llega a la capital aragonesa tras pasar por salas de Madrid, Barcelona, Lérida, Tarragona y Palma.
La muestra pretende acercar al visitante a la realidad de este pequeño país del sudeste asiático cuyo pasado reciente está marcado por la tragedia. Camboya aún padece las secuelas de las tres décadas de conflictos que asolaron el país y en la actualidad continúa siendo uno de los países más afectados por las minas antipersona. Las nuevas generaciones se afanan sin embargo en superar el pasado. Instaurada la paz, Camboya mira hoy hacia adelante, y a pesar de tantos años de dolor y sufrimiento su población trabaja para construir un futuro mejor.
A través de las fotografías de Gervasio Sánchez y los documentales de Oriol Gispert, la exposición pretende contribuir a un mejor conocimiento de la realidad en la que viven los camboyanos. Estos documentos, que se presentan por primera vez en la muestra, reflejan desde muy cerca la vida cotidiana de los camboyanos.
La lucha por la superación de los menores mutilados por las minas antipersona residentes en el Centro Arrupe de Battambang, el cultivo de los campos de arroz en Kumrieng, los esfuerzos por la generalización de la educación o las jornadas de pesca y trabajo en los pueblo flotantes situados en torno al Gran Lago Tonlé Slap centran algunas de las imágenes.
La exposición se divide en tres ámbitos. El primer espacio, bajo el nombre ‘Minas, siembra de dolor’, habla del problema existente en torno a las minas antipersona, que afectan a un 20% del territorio de Camboya. Desde 1992 hasta la actualidad, se han retirado cerca de 500.000 minas antipersona, 10.000 minas antitanque y casi 2 millones de restos explosivos de guerra.
El segundo ámbito, ‘Arroz, campos de vida’, habla del tradicional cultivo de la zona, el arroz, que como en muchos países asiáticos, es el principal cereal de cultivo. Tal es su importancia que en la lengua jemer, el camboyano expresa “comer arroz” para designar nuestro genérico “comer”. La exposición acaba con la muestra ‘Construyendo caminos’. En el contexto favorable del sudeste asiático, el crecimiento económico de Camboya es hoy en día un hecho real y esperanzador. El 38% de la población es menor de 15 años y esto, indudablemente, puede significar un gran impulso para el futuro, un gran salto hacia adelante.
Camboya hoy
En la actualidad, Camboya se recupera de 30 años de guerra civil. Los años comprendidos entre 1975 y 1979 cambiaron drásticamente una población familiar y profundamente religiosa, convirtiéndola en una sociedad teñida de traición, violencia y humillación. El genocidio de Pol Pot alcanzó a más de dos millones de personas, cerca de un 30% de la población de Camboya.
El sufrimiento de Camboya se prolongó durante 10 años más por la ocupación vietnamita. Los Acuerdos de París de 1991 pusieron fin a la situación y el gobierno de transición de Naciones Unidas (UNTAC) permitió la repatriación de 350.000 refugiados, dando paso, en 1993, a la celebración de las primeras elecciones democráticas y a la nueva Constitución que estableció una monarquía parlamentaria con Norodom Sihanuk como Rey. Camboya no conoció la paz hasta que las últimas facciones de los jemeres rojos entregaron las armas en diciembre de 1998.
El conflicto cesó definitivamente en 1998 dejando al país sumido en una situación de pobreza extrema, no solo en términos económicos, sino también en términos de infraestructuras, educación, sanidad y, más grave aún, en términos morales y espirituales. Ese año marcó el comienzo de la reconstrucción de Camboya. Hoy en día, este país del sudeste asiático afronta los desafíos que suponen la paz y el desarrollo humano.
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