Carta de compromiso: comienza el cambio
A modo de pequeño diario y debido al gran éxito que han tenido mis reflexiones en tiempos de coronavirus -gracias, de corazón, por vuestras bonitas palabras- pero sobre todo con ánimo de no olvidar nada de esto… comienzo un nuevo apartado en mi blog con consejos para freelance en general, o Cómo ser freelance y no morir en el intento. Espero que sirva de algo.

Reflexión número 1: se acabaron los peros
Ocurrió un verano. Volvía a casa después de una semana de rodaje muy pero que muy dura -creo que el agotamiento se me nota en la cara- pero no podía dejar de sentirme feliz porque estaba haciendo algo que realmente adoro. Sin embargo, en estos días de reflexión forzosa en pleno confinamiento me he dado cuenta de que esta sensación siempre ha ido acompañada, lamentablemente, de un ‘pero’ enorme.
Me gusta lo que hago pero… no pagan bien, pero… son muchas horas, pero… siempre hay algún imbécil que se cree que está por encima del bien y del mal. Por eso uno de los compromisos que voy a adquirir conmigo misma a partir de ahora es no volver a aceptar nada que conlleve un ‘pero’, sea del tipo que sea. Un gran reto para mí, cierto. Pero de verdad siento que no merece la pena y, a la larga, ese ‘pero’ acaba por nublar todo el resto.
No todo iba a ser malo. Que lo hay, y mucho. Pero personalmente este confinamiento me esta trayendo cosas muy pero que muy buenas que todavía tengo que sopesar, asumir y reflexionar a conciencia. Han sido días de introspección y análisis muy profundo. Pero cada vez lo veo todo un poquito más claro. Y ¿de qué me he dado cuenta? Os preguntaréis. Voy a decirlo así, a porrón y tal y como lo siento ahora. Antes de la pandemia no tenía vida. Y eso que no podía quejarme. Me gusta lo que hago, trabajo mucho y hago cosas muy distintas. Pero me estaba dejando la otra parte y ahora veo que es la más importante de todas.
Me siento como si hubiera sido una especie de robot que no dormía, no hacía más que trabajar y vivía estresada todo el día llegando casi siempre tarde y mal a todos lados. No puedes disfrutar de las cosas viviendo así. Es imposible. Entonces, aunque hacía cosas maravillosas -y las hago, «ojo cuidao», como dice mi madre- no podía saborearlas porque tenía que irme volando a hacer otras.
Reflexión número 2: elígete a ti misma
Así que para mi este parón forzoso, que también me ha hecho daño, como a todos, me ha servido para reencontrarme en cierto sentido. Valorar las cosas más pequeñas del mundo y comenzar a centrarme en los detalles, sintiéndolos, disfrutándolos, viviéndolos… Pero como nunca antes lo hice.
Esta cuarentena me ha servido para preocuparme más por la gente, analizar mi vida y mi entorno, lo que he vivido hasta la fecha y de qué me ha servido. También para reencontrarme conmigo y los míos, salir a la ventana, conocer a mis vecin@s, cocinar cosas que ni siquiera sabía que podía hacer, cuidar mis flores -que están como nunca- limpiar mi casa -hacía tiempo que no me sentía tan orgullosa, pero eso lo cuento otro día que también conlleva un interesante análisis- y pintar…
No sé si mejor o peor, pero estoy viviendo como hacía años lo que no vivía. Y sí, sé que puede sonar algo extraño en el contexto en el que nos encontramos pero yo también tuve miedo, angustia, temor e incertidumbre. Y lo siento. Sobre todo cuando cae la noche y el mundo para. Pero es importante ser capaces de ver la otra cara de la moneda. Para avanzar. Para poder seguir adelante. Para, en definitiva, seguir viviendo.

Reflexión final: respira
Seguimos aquí. En la lucha diaria por reivindicar lo que vale lo que hacemos sin necesidad de tener que justificarnos constantemente. Al final, la mayoría de problemas que se nos plantean a lo largo de la vida podrían solucionarse aplicando un pelín de lógica. Eso, sumado a una buena dosis de respeto y sentido común dan una solución fabulosa. Ya. Ya sé que entramos en una nueva crisis. No soy idiota. Pero no sé si es porque tengo una edad o estoy con el síndrome este de la cabaña dichosa que ya no me apetece perder el tiempo.
Llevo días compartiendo alguna que otra reflexión a la que me ha llevado el confinamiento y he decidido tomarme muy en serio esta nueva filosofía que no implica otra cosa que cuidarme y respetarme muchísimo -algo que creía que hacía- y esto necesariamente conlleva una serie de cambios para corregir malos vicios que todos adoptamos prácticamente de forma inconsciente. Como, por ejemplo, decir que sí a todo por complacer o involucrarnos en ‘aventuras’ que acaban convirtiéndose en compromisos que pesan demasiado.
Y no, no es malo vivir estas situaciones porque sirven de aprendizaje. Pero vivir así a perpetuidad es masoquismo. Muchas personas me dicen que ya era hora, otras que no me lo van a tomar en serio, al menos no por ahora. ¿Y yo? ¿Qué tengo que decir a todo esto? De momento tan solo una cosa: Eso ya lo veremos y advierto que, como buena maña, a cabezona no me gana nadie.
